miércoles, 1 de julio de 2009

El turno de la DPI

1:50 p.m. Estoy frente al portón de la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI) para asistir a la lectura del IV Encuentro Internacional de Poetas "El Turno del Ofendido" que se programó ahí a las 2:00 p.m. del día 17 de mayo de 2007; explico a los guardias a lo que he venido y me dejan pasar. La señora que atiende la recepción me dice que nadie ha llegado (claro que no se refiere a mí), pero que bien puedo esperar.

Aparentemente, en El Salvador ya es normal que los eventos empiecen tarde. Me siento a leer "Cien Años de Soledad" de Gabriel García Márquez mientras pasa el tiempo y a los pocos minutos (a los años, en el libro), pasa un señor que trabaja ahí y me pregunta:

- ¿Y usté es poeta?

- Eh… sí (En esa época no me daba pena decirlo).

- ¿Y ha escrito libros?

- Mmm… sí… pero no me han publicado.

- Ah, ¿y usté sabe qué va’ber aquí? ¡Es que com’uno no sabe!

- Va a haber una lectura del Encuentro Internacional de Poetas. Supuestamente iba a comenzar a las dos.

- Sí, ¿verdá?

Ambos sonreímos. Se va.

Sigo sentado, viendo pasar gente. De repente pasan frente a mí varias bolsas con recipientes desechables con comida llevados por unas señoras uniformadas, trabajadoras de una pequeña cadena de restaurantes cuya especialidad es el pavo. ¡A saber para qué serán!

2:22 p.m. Llega un microbús con un grupo pequeño de personas. ¡Al fin! Son los poetas. Pasan frente a mí y un par que me conoce me saluda. Me preguntan que si voy a leer (¡qué tonto! no ando mis poemas para haber aprovechado); quizá piensan que soy invitado oficial del encuentro. Les digo que sólo estoy de público; luego, subimos a la segunda planta y veo que se dirigen a una sala de reuniones. Me siento fuera de lugar, algo incómodo, y les digo, otra vez, que sólo estoy de oyente, pero alguien de la Fundación Metáfora me dice que no importa, que entre.

Me doy cuenta, entonces, que esta lectura está destinada a los trabajadores de la DPI y no al público en general. Pero en el programa oficial no hay especificaciones de cuáles lecturas están abiertas al público general y cuáles están destinadas a un público específico como alumnos de los muchos centros escolares donde han ido o empleados de la DPI, como en este caso. Considero, al ver el programa oficial, que en este encuentro ha habido muy pocos recitales abiertos al público general, pero reconozco que ha llegado a muchos lugares del interior del país que son olvidados para otros eventos de tipo cultural.

En la sala están Coral Bracho y Guadalupe Elizald de México, Montserrat Doucet de España, Wingston González de Guatemala, algunos miembros de la Fundación Metáfora y colaboradores que ayudan en el evento. También estamos Luis Alvarenga, director de la DPI, y yo. Pero ¿dónde están Leonardo Ruiz Tirado de Venezuela y Jorge Galán y André Cruchaga de El Salvador? La lista de poetas que apareció en el programa para esta lectura es diferente de la de quienes están. Falta de rigor ¡otra vez! Es lamentable que ni siquiera un poeta nacional se presentara.

Luis Alvarenga relata muy brevemente sobre la historia de la Dirección y los escritores se muestran interesados y, para ubicarse, hacen referencia a los equivalentes de la DPI en sus respectivos países. El Director menciona también que esta es la primera vez que hay un evento de este tipo en la Dirección y que los empleados están expectantes ¡al fin les llegó el turno! Dice que luego haremos un recorrido por las instalaciones y eso me alegra porque debido a mi extraña suerte de este día podré ser parte del recorrido.

Un momento después, en la misma sala, me doy cuenta que la tardanza de poco menos de media hora había sido porque los poetas estaban llegando de Aguilares donde habían estado desde el lunes, según me dijo una colaboradora; tuvieron jornadas exhaustivas y Guadalupe Elizalde se disculpa por la tardanza, pero explica que el cuerpo tiene un límite y que les ha tocado pesado porque la gente les exige, pero que eso es bueno.

3:00 p.m. En otro cuarto en la segunda planta, han dispuesto sillas para el público y una mesa al frente para los poetas. Estamos rodeados de máquinas para hacer libros. Llegan poco a poco algunos empleados de la DPI para escuchar a los poetas. Me gustaría leer sus mentes y saber qué piensan sinceramente de ese evento. Toman asiento; unos están parados hasta atrás. Los rostros involucrados tras la producción en serie de libros son muy comunes, muy familiares, como la gente que viaja a la par nuestra en el bus. ¡Qué extraño! tienten enfrente a unos poetas y no sé si son conscientes de la relación tan cercana que tienen con ellos. Parece que algunos no están poniendo atención, están viendo un punto fijo como hipnotizados, más bien parecen distraídos y tristes.

Termina de leer Wingston González, el más joven de la mesa. En medio de uno de sus poemas alguien que está hasta atrás se sale expresando su disgusto por lo que el poeta guatemalteco lee, posiblemente se siente insultado. Pero, en fin, aplauden y algunos sonríen con una tristeza monótona de empleado público en la tarde, ya casi a la hora de irse a su casa.

¡Qué calor! El sonido del ventilador nos llega al oído izquierdo. Ya todos los poetas han leído sus poemas tan diversos como sus formas y temáticas, como diversos sus acentos. Es el momento de la participación del público y, para romper el hielo, Guadalupe Elizalde pregunta a los empleados que si ellos, que hacen libros, leían alguna vez; que si no les daba curiosidad saber qué dice eso que están produciendo. Las tímidas respuestas no tardaron tanto en surgir:

- Nunca había presenciado un evento de esta naturaleza aquí en la Dirección… le agradezco al director por esto.

Luego, otras dos personas participan, todas satisfechas con lo que había pasado.

Aparentemente, los poetas logran calar en algunos asistentes. ¿Qué tan cierto será esto? Es difícil saberlo por las caras casi inexpresivas.

El Director de la DPI da por finalizado el evento agradeciendo la asistencia de todos y nos invita a disfrutar de un refrigerio de panes con pavo y gaseosas (se resuelve la interrogante del inicio).

4:00 p.m. Decido escapar rápidamente pues ya es tarde, renuncio a mi extraña suerte y no me quedo al recorrido. Ahí quedan los poetas. Ahí quedan los trabajadores de la DPI, contentos, quizá, por el pan con pavo.

3 comentarios:

Nadie dijo...

Este no lo va a comentar nadie porque es el más largo.

Kpirucho dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Kpirucho dijo...

Bien dicho